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30 sept 2012

Las manchas de la vergüenza

Quisiera





Quisiera poder sacar la pesada carga que llevo dentro. Poder dar marcha atrás. Visitarte, verte, sonreirte. Romper mi trono, pedirte el favor de hablarte... Quisiera leerte entera, empezando por el meñique de tu pie izquierdo, y que la canción no terminase nunca. Quisiera hacerte saber hasta qué punto sé que no me imagino un solo dia del resto de mi vida sin saber nada de ti. Ni un dia más en valde, ni un año más perdido. Y que no pasa uno sólo de esos dias sin que me embriague de tu recuerdo, que está empezando a oxidarse inexorablemente.

Quisiera arrancar todas las palabras de odio injustificado que te dediqué. Quisiera tener tu inmerecida amistad. Haber estado a la altura. Quisiera que el tiempo no pasase tan despacio en tu ausencia, y que no hubiese pasado tan deprisa en tu presencia.

Quisiera decirte la verdad, toda la verdad, y nada menos que la verdad. Abrir mis entrañas hacia ti. Poder escapar de mi ombligo, y que te sintieses libre de compartir conmigo todos tus espejos. Quisiera dedicarme a ti.

Quisiera no sentirme tan desoladamente triste, ni estas uñas que me oprimen dentro, justo enmedio del pecho. Quisiera no inspirarte ni inspirarme tanta lástima, ni tanta pesadez. Ni ser sinónimo de lágrimas marchitas. Ni que unos pocos párrafos desconsiderados encarcelasen mis palabras; cansadas de ser palabras.

Quisiera dejar de huir. Y aspirar a comunicarme contigo a través de algo mejor que un absurdo mundo superficial cargado de un vacío tan áspero y de gusto tan artificial que mata todo lo que toca. Y que todo lo que quiero no hubiese hecho falta.

Quisiera no ahogarme en mis propios miedos; y no esperar ansioso la última nota de este réquiem. Quisiera soñar contigo sin tener que pedirte perdón, y tener gota a gota el valor suficiente para ir, y decirlo. Y que mi frio interior de hojalata pudiese albergar otra vez un corazón libre de angustia por latir más veces.

Quisiera haber sido un final feliz, o no haber sido. Quisiera ser la alevosía nocturna de tus sueños, y quemar la caja de pandora en que se convirtió mi confuso cerebro de paja. O asfixiarme cada vez que vomito un llanto desconsolado. Quisiera que te acordases de mi cada vez que necesitases un bastón. O que no lo necesites jamás.

Quisiera no haberme convertido en la pesadilla interminable de la que querías despertar, cuyo final tardó tanto en llegar; y no sentirme una vieja silla escombrada, enmohecida y destartalada, cansada de estar en pie. Quisiera esperarte siempre; quisiera no rendirme.

Quisiera no superarte, ni asumirte. Y que no hubieses deseado estrujar mi corazón como yo estrujé el tuyo.

Quisiera no haberlo hecho.

Quisiera haber comprendido mi propio idioma.

Quisiera emocionarte, quisiera sentirme en paz.









nueve de agosto; 2009